Me despierto por un fuerte dolor de cabeza. Cuando abro los ojos, me doy cuenta de que estoy en una habitación grande, pero sigo desorientada hasta que poco a poco llegan las imágenes de todo lo ocurrido.
- ¡Ayúdenme! – grito golpeando la puerta.
- Por favor, alguien, ayúdenme – siento cómo la puerta se abre, dejando ver a un ruso bastante enojado.
- ¡Deja de gritar! ¿No entiendes que aquí nadie te va a ayudar?
- Por favor, señor, déjeme ir, yo no tengo nada que ver en esto de la mafia, se lo suplico – este se ríe.
- Sí, tienes razón, pero eres la debilidad de Paolo, y ese maldito desgraciado me va a pagar cada una de las cosas que me ha hecho. Así que prepárate, porque voy a hacer contigo justo lo que él hizo con mi preciosa Penélope – este sale, dejándome llena de dudas. ¿Qué hizo Paolo para que este hombre quiera hacerme daño?
Pasa el tiempo y escucho cómo abren la puerta. Es una chica de unos 27 años.
- Hola, soy Lia. El señor me mandó a traerle esta ropa – tomo la ropa y le