—¡Esto es una broma! Debe serlo, Hermano, ¡Es imposible!
—No es imposible, Larissa, me casaré el siguiente fin de semana.
Larissa sintió que su boca estaba seca, tragó saliva, y respiró levemente
—Así es, nos casaremos, y nada, ni nadie, lo evitará —dijo Lilian mirando a Lana con burla
—Muchas felicidades —dijo Lana—. Hacen una hermosa pareja, tal para cual, les deseo lo mejor, yo me voy de aquí.
—Adio, querida. —dijo Lilian, satisfecha
Aaron se quedó de piedra, soltó la mano de Lilian, y caminó hacia Lana, tratando de seguirla.
—Pero… Aaron.
—Cállate y quédate aquí —dijo él con severidad y Lilian sintió que se empequeñecía ante sus palabras.
Lana subió de prisa a su alcoba, tomó la valija, sentía demasiada rabia, y su garganta estaba apresada por un nudo queriendo romperse, de pronto, la puerta se abrió y él entró, ella le miró con rabia, él tenía esos lentes oscuros que ella quería quitarle para abofetear su rostro
—¡No puedes irte, tú y yo tenemos un contrato! —exclamó
—¿