El hospital estaba más silencioso de lo habitual, con el amanecer pintando sombras largas en los pasillos. Valeska estaba junto a Lisandro, con el rostro tenso tras el enfrentamiento con Iskra la noche anterior.
La imagen de esa mujer, sosteniendo otra prueba falsa y riendo como si tuviera el control, seguía quemándole la mente. Lisandro, aunque seguía débil, tenía los ojos encendidos por una furia contenida. Ambos sabían que Iskra estaba acorralada, pero eso la hacía más peligrosa.
—¿Crees que Oliver y Fabricio encontraron algo más? —preguntó Valeska, rompiendo el silencio. Su voz era baja, casi un susurro.
—Si alguien puede sacar la verdad, son ellos —respondió Lisandro, apretando su mano—. Pero me preocupa tu papá. Está metido de lleno en esto, y no sabemos con quién se está enfrentando.
Valeska frunció el ceño, sintiendo un nudo en el pecho.
—Es Goran. Siempre sabe lo que hace… ¿Verdad?
Lisandro no respondió, pero la duda en sus ojos era suficiente. Goran era una roca para ellos,