Carlos suspiró resignado.
—Todavía tenemos bastante tiempo, ¿qué tal si buscamos algunas plantas raras? —sugirió Lucía.
¿Quién no querría obtener la puntuación máxima?
—¡Sí, claro! En realidad, no me importa si sacamos 100 o solo 80, lo principal es divertirme con ustedes —respondió Talia con entusiasmo.
Los tres descansaron brevemente antes de partir nuevamente. No existía una lista definida de plantas raras; era como una pregunta abierta: cualquier planta reconocida como poco común sería válida.
Pero esta vez evidentemente no tuvieron tanta suerte. Al ver que caía el crepúsculo y la noche se acercaba, Talia, jadeando de cansancio, se quejó: —Hemos recorrido como diez zonas pequeñas, ¿no? Ni siquiera hemos visto una hoja de planta rara. ¿Hasta cuándo vamos a seguir buscando? Tengo mucha hambre, quiero comer algo...
Últimamente Carlos la había estado arrastrando a correr temprano por las mañanas. No sabía si era por el mayor gasto energético o por alguna otra razón, pero Talia notaba q