Ana pronunció cada palabra lentamente: —Uno cuida de sus propios hijos. Prefiero renunciar a esos honores vacíos antes que dejar que quienes los lastimaron se beneficien. Ya está, no firmé esta vez y no firmaré en el futuro. La universidad mejor que se prepare mentalmente, para no sorprenderse como hoy.
Ángel se resignó. Ya podía prever que los futuros logros académicos de Lucía y su grupo tampoco tendrían nada que ver con ellos.
Javier, viendo su rostro lívido, preguntó cautelosamente: —¿Y bien? ¿Hay margen para negociar?
—¡Una mierda! ¡Extiendan la sanción de Lucas a 12 meses!
Volvió a su oficina, cerrando la puerta de un portazo.
Javier temblaba, nunca había visto a Ángel tan enfurecido...
¡Paf!
En el área de descanso del laboratorio, Carlos volvió a dar en el blanco.
Aprovechó para lanzar todos los dardos restantes, ¡paf, paf, paf! Rápidos y precisos, ¡todos diez puntos!
—¡Guau! —Talia quedó boquiabierta—. Carlitos, ¿has practicado? ¡Esa puntería es increíble!
Carlos: —Practiqué un