Fue solo después de dejarlo que ella encontró nuevamente su propósito, recuperando gradualmente su antiguo brillo radiante.
Al pensar que finalmente había perdido a esta mujer, la fascinación en los ojos de Mateo fue reemplazada por un profundo arrepentimiento. A su lado, Ariana observaba silenciosamente los cambios en su expresión y, sin alterar su semblante, tomó su mano voluntariamente.
Mateo la miró confundido.
Ariana sonrió: —Ya que vinimos a felicitar y trajimos un regalo, por supuesto debemos entregarlo personalmente para mostrar nuestra sinceridad.
Luego, llevando a Mateo hacia adelante: —¡Felicitaciones, Lucía! No sabía qué te gustaría, este regalo lo elegimos Mateo y yo juntos. Esperamos que el laboratorio produzca abundantes frutos y logros.
—Gracias —Como dice el dicho, no se rechaza a quien sonríe, Lucía aceptó tranquilamente, manteniendo su mirada solo en Ariana sin dirigir ni una mirada a Mateo.
El puño de Mateo se apretó involuntariamente a su costado.
Mauricio y Gregor