Lucía estaba por abrir la puerta cuando fue detenida...
—Tengo una pregunta más.
Se volteó: —¿Qué pregunta?
Jorge agitó la invitación: —¿Mateo tiene una?
—¿Podemos no hablar de él?
—Bueno, era predecible, solo quería confirmar. ¿Y Daniel?
Lucía asintió: —Por supuesto que al profesor hay que darle una.
—¿En qué ayudó con el laboratorio?
—Aunque no participó en la construcción, durante este tiempo nos consiguió un laboratorio temporal para que el proyecto no se retrasara.
Jorge suspiró resignado.
—Si no hay nada más, me voy —dijo Lucía.
—Bien, hasta mañana.
Jorge esperó hasta que ella subió y se encendió la luz de su apartamento antes de marcharse. Después de ducharse y ponerse un pijama acolchado y mullido, Lucía fue a tocar la puerta de Daniel.
—¿Profesor? ¿Está en casa?
Sin respuesta.
Ya había tocado una vez cuando regresó, y ahora, cuarenta minutos después, seguía sin haber nadie...
Justo cuando pensaba volver a casa, se escucharon pasos subiendo las escaleras, cada vez más claros, y