Daniel se fue y Lisa perdió todo interés en quedarse.
—Me voy a casa —anunció antes de marcharse, dejando a Boris plantado.
Boris se quedó perplejo, abrió la boca queriendo alcanzarla para preguntarle qué sucedía y ofrecerse a acompañarla. Pero recordó que como representante de los tutores, tenía otras obligaciones esta noche y no podía irse. Ella podía marcharse cuando quisiera, con total libertad, pero él no.
Boris suspiró involuntariamente. A pesar de ser novios, siempre sentía que Lisa estaba muy lejos... tan lejos que nunca había logrado entender lo que pasaba por su mente. Y después de todo este tiempo saliendo, ni siquiera se habían besado, solo tomarse de las manos.
Bajó la cabeza con desánimo cuando de repente alguien chocó contra él.
—¡Perdón, perdón! ¿Te lastimé? —Talia se disculpó apresuradamente, sosteniendo un plato con cuatro o cinco postres en una mano y una bebida en la otra, que se había derramado un poco con el choque.
—No te preocupes —Boris le ofreció una servillet