Capítulo 51
Su voz era ronca, temblorosa y llena de pánico, como un pajarillo asustado, desesperado y a la vez trágicamente hermosa. El cuerpo de Mateo ardía más. Dejó su blusa y deslizó la mano directamente bajo la falda.

Lucía se alarmó:

—¡Mateo! ¿Qué clase de mujeres no puedes conseguir? ¿Por qué tienes que forzarme a mí, que ya soy tu exnovia?

—Si lo deseas tanto, puedo llamarle a Sofía ahora mismo.

—¡Ah! ¡No hagas esto! —Lucía lo miraba con desesperación, sus ojos enrojecidos reflejaban una mezcla de terquedad y resistencia. Mateo, al ver su expresión, sintió una oleada de lujuria invadir su pecho.

—¿Qué pasa? ¿Apenas llevamos unos días separados y ya te comportas como si no me conocieras? Ya estuviste conmigo antes, no finjas ser una virgen pura ahora.

Lucía temblaba de ira:

—¡Eres un desgraciado!

Mateo soltó una risa fría y la agarró por la barbilla:

—¿De verdad crees que lejos de mí vales algo? Una mujer que ya ha sido usada por otro hombre... Solo un tonto se quedaría contigo.

Las lágrima
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