Por primera vez, Lucía sintió una especie de admiración. Aún no sabía que esa compleja emoción se llamaba... Atracción por alguien superior.
...
Mientras tanto, después de dejar a ambos, Paula se dirigió al bar. Todo iba tranquilo hasta que al llegar a la entrada del bar, cuando se disponía a estacionarse...
¡BAM! Un Maserati apareció por el costado trasero y le dio justo en la cola del auto.
Paula se enfureció. Azotó la puerta y fue directo al frente del otro auto.
—¡¿Acaso no sabes manejar?! ¡¿No puedes soltar el acelerador o qué?! ¡¿Cómo vas a esta velocidad en esta zona?! ¡Y ni siquiera miras! ¡Mi auto ni siquiera había terminado de estacionarse, ¿estás ciego o qué?! ¡¿Cómo pudiste chocarme?!
La puerta del conductor del Maserati se abrió y un hombre bajó sonriendo.
—Vaya, pero mira quién es. No es nada, no es nada, no te alteres tanto.
Manuel se acercó a Paula con una sonrisa despreocupada.
—Vaya, pero si es usted, señor Castro...
Ella arrastró las palabras con evidente sarcasmo.
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