Capítulo 242
La señora Molina estaba entusiasmada; Elena rara vez participaba en este tipo de actividades, y cuando lo hacía, solía ser con desgano, por mero compromiso.

Ya que por fin había preparado una tetera de té, había que degustarlo apropiadamente.

Lucía se acercó a ambas y, al levantar la mirada casualmente, se encontró directamente con los ojos de Elena.

Elena se sorprendió primero, quizás algo incómoda, y luego dejó escapar un resoplido altivo por la nariz, con cierta arrogancia.

Aunque para Lucía, esta arrogancia superficial probablemente solo servía para ocultar ese momento de incomodidad.

—Lucía, ¿pruebas este té a ver qué tal está? —preguntó la señora Molina.

Lucía se enjuagó la boca antes de probar el té.

Hizo una pausa y dio su evaluación honesta: —Demasiadas hojas, poca agua, el color es muy oscuro, el sabor es amargo, y parece que no se precalentó la tetera, o la temperatura no fue suficiente, por lo que el aroma no se desarrolló completamente.

—¡Ja! —la señora Molina soltó una ca
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