Después de almorzar, Paula compró entradas para un espectáculo de animales y arrastró entusiasmada a Lucía para ver a los delfines. Atravesando la multitud, llegaron al anfiteatro en la zona suroeste. El aire acondicionado adentro era un alivio comparado con el calor sofocante de afuera.
A Lucía no le entusiasmaban mucho estos shows, pero Paula adoraba a los delfines. Durante la interacción con el público, le pasó la cámara a Lucía para que le tomara fotos. Contagiada por la alegría de Paula, Lucía no pudo evitar sonreír también.
Media hora después, al terminar el espectáculo, Lucía le dejó su bolso a Paula para ir al baño. Al doblar la esquina, vio a Sofía lavándose las manos. Dudó un momento, pero luego pasó de largo hacia los cubículos.
Al salir, Sofía seguía ahí, aparentemente esperándola. Lucía la ignoró y se puso a lavarse las manos meticulosamente. Solo se oía el agua correr, pero la tensión era palpable.
Al levantar la vista, Lucía se encontró con la mirada de Sofía, pero la de