Lo primero que llamaba la atención eran sus largas piernas enfundadas en botas, un abrigo color camello sobre un suéter blanco tejido, y en su mano, un bolso Hermès en tono gris elefante.
De pies a cabeza emanaba refinamiento y elegancia.
Los ojos de Lisa brillaron al ver a Daniel.
—¡Buenos días, profesor Medina! —saludó con entusiasmo.
—Buenos días —respondió él con un leve asentimiento.
—Lisa, déjame presentarte a la nueva integrante de nuestro grupo —intervino Boris de inmediato—. Se llama Lucía y es dos años menor que tú.
Lisa apenas había notado que había alguien nuevo en el laboratorio, y su sonrisa vaciló ligeramente.
Antes de que llegara Lucía, Lisa era la más joven del grupo experimental, y todos la consentían y alababan.
Aunque, a decir verdad, tenía sus méritos para ser tratada así.
Era graduada con maestría de una universidad prestigiosa y ahora cursaba su doctorado en la Universidad Borealis —un historial académico impresionante.
Además, el hecho de haber logrado entrar al