Mundo ficciónIniciar sesiónSarah miró a Álvaro un momento. Estaba por la ventana mirando hacia afuera pensativo, tenía un montón de papeles en su escritorio, desordenados, algunos en el suelo, como si en un ataque de ira, los hubiera lanzado lejos. Terminó de entrar al despacho y se acercó suavemente.
—¿Y tú?, ¿no deberías estar durmiendo?
Sarah se sobresaltó y lo miró confusa. Él se volvió y sonrió.
—¿Cómo supiste que era yo?
—Estaba frente a un ventanal —se acercó y acunó su cara con sus manos, mirándola con detenimiento—, te vi en cuanto entraste.
Ella sonrió avergonzada, poniéndose roja.
—Me encanta cuando te sonrojas —la besó con intensidad, siendo correspondido completamente.
—A mí me gusta cuando me besas —susurró jadeante.
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