Sebastián miró a su mamá con recelo.
—Lo he pensado mucho, hijo, si no fuera así, no te lo diría, pero después de lo que dijiste el otro día, le di muchas vueltas al asunto. Tu papá tenía una amante.
—¿Cómo sabes que tenía una amante?
—Me iba a dejar —contestó la mujer simplemente.
—¿Qué? —Sebastián no dio crédito a lo que oía.
—Sí, el muy cobarde me escribió un correo, no fue capaz de decírmelo a la cara. Yo lo iba a encarar, pero…
—Pero —insistió el hombre.
—Esa noche no llegó a casa. Lo mataron.
—¿Tienes ese correo?
—Sí, por supuesto. Lo iba a enfrentar… luego ya no he entrado a mi correo ni a nada. Es… demasiado doloroso.
Sebastián fue en b