Mundo ficciónIniciar sesiónSebastián descansaba con los ojos cerrados, cuando sintió pasos, creyó que su mamá había vuelto de almorzar, aunque aún no pasaba ni media hora. Abrió los ojos y vio a Sarah a su lado.
—Viniste —le dijo agradecido.
—Sí, David me dijo que querías verme.
—Así es. ¿Cómo estás?
—Bien, aunque esa pregunta debería hacerla yo.
—Yo estoy bien —sonrió— ¿Por qué? ¿Me veo enfermo o decaído?
Sarah sonrió, se veía de muy buen humor, así fue como se enamoró de él.
—No, te ves muy bien —contestó ella sinceramente—. Tú dirás.
Él le extendió la mano, ella dudó un momento, pero luego se la tomó y él la acarició suavemente.
—Perdó







