Capítulo 9: Vigilada

—Dijo que era empleado del señor Garner, su jefe —se encogió de hombros y luego salió sin esperar réplica.

Naia miró a su bebé antes de darle un beso fuerte que alimentaba su propia alma y le daba fuerza para continuar.

—Es hora pequeño Leo, ya podemos irnos de aquí para escondernos unos días... espero sea un buen lugar... de verdad le pido a Dios sea un buen y tranquilo lugar —expresó ansiosa.

A ella misma le resultaba increíble, que a pesar de haber logrado escapar de las manos de Curtis su corazón aún latiera temeroso, y con la inmensa angustia de ser atrapada pronto.

Una hora después descendía con su bebé de un auto elegante de una marca que no reconocía.

—Por aquí señorita Ortega —indicó un hombre demasiado alto, que a su lado la hacía ver del tamaño de un llavero. También era demasiado delgado y le recordaba a un personaje de la familia Adams.

No obstante, no fue lo único que llamó su atención, puesto que desde que descendió del automóvil observó asombrada el espléndido lugar,
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