Mientras viajaban en coche, la curiosidad de Bianca fue creciendo.
—Wyatt, ¿estuviste con el señor Evans anoche?
—Sí —respondió él, manteniéndose breve y directo.
—Entonces… sabes todo lo que pasó, ¿verdad? —insistió ella.
Wyatt captó rápido a lo que se refería.
—Te refieres a lo de Bruno. —Y sin poder contenerse, continuó—: El señor Evans rastreó tu celular para encontrarte. Cuando llegamos, ya te habías desmayado. Bruno te obligó a beber demasiado. El señor Evans se encargó de él y te sacó de ese lugar.
A Bianca le recorrió un escalofrío por la espalda. Su voz salió como un susurro.
—Y anoche… ¿qué fue lo que dije?
Wyatt parpadeó despacio. La miró y guardó silencio por un momento.
Al notar su duda, Bianca le sonrió con suavidad.
—No te preocupes. No repetiré nada de lo que me digas hoy.
—Bueno… —Wyatt se detuvo, recordando lo que había pasado la noche anterior—. ¿Estás segura de que quieres saberlo?
Bianca asintió con firmeza.
—Por supuesto. Tengo derecho a saberlo, ¿no crees