Punto de vista de Benny
La amenaza era una astilla clavada en mi mente, abriéndose paso más profundamente en cada momento de silencio. Una parte de mí, la que aún confiaba en las reglas básicas de la decencia humana, se negaba a creer que realmente lo hiciera. Pero la otra parte, la que había visto el lado oscuro del mundo, simplemente estaba cansada.
Mi vida se había reducido a la rutina de una jaula dorada: el peso de las sábanas de algodón egipcio por la mañana, el sabor demasiado dulce de la fruta importada, el silencio apagado de una casa que no era la mía. Era fácil, sí, pero era la tranquilidad de un espécimen en un frasco.
Una voz baja y fría atravesó la niebla de mis pensamientos. "¿Qué demonios estás planeando en esa cabezota, Benny?"
Dennis me observaba, sus ojos como astillas de pedernal. Su novio, Pete, era una estatua silenciosa a su lado, con la mirada fija en un punto lejano. Nunca había entendido esa pareja: cómo un hombre como Dennis, toda una amenaza calculada, pod