Punto de vista de Adrián
Me quedé mirando el teléfono un rato, dudando si contestar o no. Finalmente, contesté.
—Vaya… —rió.
—¿Quién demonios eres? —grité.
—Tranquilo, Adrián. Quería informarte que el rastreo no me alcanzará. Y es una pérdida de tiempo. —Enseguida, la llamada se cortó.
Me quedé mirando el teléfono un rato. ¿Cómo sabía que iba a rastrearlo? Y encima, me aconsejó que no lo hiciera.
—¿Qué dijo? —preguntó Isabella.
—Que no lo rastreara —dije en voz baja—. Juro que si atrapo a este tipo, le destrozaré los huevos. Lo mataré de un tiro y colgaré su rostro en una valla publicitaria.
—Creo que este tipo anda por aquí. Y es un topo —dijo con un dejo de interés en la voz.
Por primera vez en diez años, encontré algo de razón en lo que dijo. A veces es un poco tonta. «Así es». Asentí.
Más tarde, salió de la oficina con la excusa de tener hambre. La dejé ir; al fin y al cabo, no tenía nada que hacer.
Aproximadamente una hora después, Benny regresó. Su rostro reflejaba una fría ind