Punto de vista de Adrián
Al principio, todo parecía un sueño, algo que había presenciado, sin participar. No fue hasta que ella se alejó e Isabel me tocó que me di cuenta de que no era así.
Mi madrina y esposa me había visto en un momento íntimo con Isabel y no había dicho ni una palabra; simplemente siguió con su vida. Sentí que el aire se me escapaba de los pulmones, como si se me hubiera atascado, y no podía soportar quedarme de brazos cruzados.
—¡Quita tus manos de encima! —le grité a Isabel, incapaz de soportar su actitud pegajosa y seductora. ¿Cómo demonios había vuelto a caer en su trampa? Me había perdido en sus ojos, me había enamorado de su beso y casi había olvidado por qué la había dejado.
Me miró horrorizada, con la boca abierta, como si la hubiera dejado atónita—. Adrián, ¿vas a tratarme así por ella? Se detuvo en seco, mirándome fijamente, pero continuó: "¿Por esa vieja bruja?".
El nombre me enfureció como un fuego abrasador, un fuego que no reconocí cuando la arrin