Punto de vista de Selina
Sentía su aliento en la nuca; un escalofrío me recorrió el cuerpo por su cercanía y quise apartarlo. Debí haberlo hecho, pero no fui capaz. En cambio, logré girarme para mirarlo.
Estaba justo detrás de mí, sus ojos oscuros de deseo y lujuria. Su mirada me estremeció; me hacía sentir deseada y querida. Sus ojos se posaron en mis labios un instante, un momento que alcancé a captar antes de volver a mirarme a los ojos.
—No podemos seguir así, Adrian —protesté con voz baja y ronca, sonando justo como no debía. De alguna manera, logró acercarse aún más, ignorando por completo mis palabras, como si no las hubiera pronunciado.
—No me importa lo que no debamos hacer. Hago lo que quiero, madrina. La pregunta ahora es: ¿me lo permitirás? Su voz era como miel, ronca y con un tono grave que se sentía como agua deslizándose suavemente sobre mi piel. De repente, sentí un escalofrío.
Abrí la boca para decir algo, pero entonces puso una mano sobre mis labios, silenciándome l