Punto de vista de Selina
Mientras nos guiaba fuera de la casa hacia el garaje, no pude evitar sentir un cosquilleo en el estómago. Todo lo que había hecho me había tranquilizado de alguna manera y ya no tenía tanto miedo.
Me preguntaba adónde me llevaba. A estas alturas, estaba segura de que no era a cenar. Tenía que ser otra cosa, sobre todo porque me había pedido que me cambiara de ropa. Su cumplido aún me provocaba una extraña sensación en el estómago; no podía explicarla, pero no podía evitarlo.
Cuántas veces me había dicho que no me encariñara, que no podía enamorarme de un hombre como él, que no era ideal y que, de todos modos, el matrimonio era temporal. Una vez que ambos dejáramos atrás nuestros secretos, seguiríamos caminos separados. Sin embargo, no podía controlarme cuando estaba cerca de él.
Me sorprendió un poco cuando nos llevó a otro coche, un Dodge, uno que nunca le había visto conducir. Casi pensé que era solo una estatua, puesta allí sin más. En vez de eso, abrió l