—¡No seré tu yegua de cría! —Lucía se quedó de pie, asombrada de cuánta ira podía sentir hacia una sola persona. No podía creer que hubiera venido aquí para esto. Incluso se permitió pensar que esto podría ser una escapada romántica. Nunca aprendió la lección con respecto a Javier Hernández, ¿verdad? Era tan patético. Tienes que ser el hombre más vil que conozco para sugerir algo tan despreciable. Lo último que querría es casarme contigo. Y en cuanto a tener un bebé, no me imagino que tú…
“No te molestaba compartir la cama conmigo hace años, Lucía”, interrumpió Javier. “Y me atrevo a decir que incluso ahora, todavía hay algo entre nosotros. Simplemente nunca nos permitimos hacer nada al respecto, pero ya eres mayor y nada nos lo impide. Ya no le tengo la misma lealtad a tu hermano que antes. Tenemos química entre nosotros que podemos explorar. Nos conocemos desde hace años y hemos logrado llevarnos bien a pesar de este asunto entre tu familia y yo. Tengo treinta y seis años, Lucía, y