Sin embargo, una gran parte de ella deseaba algo más. Nunca le sentaba bien la idea de dejar posibilidades sin explorar. La noche que besó a Javier, ya había pasado muchas noches imaginando lo que vendría después, cómo sería tener sus manos sobre ella, compartir la misma cama con él. Cuando él lo interrumpió, no pudo evitar sentir como si le hubieran robado algo. Era difícil dejarlo ir.
Miró a Javier mientras él jugueteaba con el mapa de su teléfono mientras sorteaba el tráfico al salir de la ciudad. Su perfil era infinitamente cautivador. Podría haberse sentado allí y observar sus cejas pobladas y oscuras o su nariz extrañamente recta durante horas. Eso solo la llevaría a examinar sus labios perfectos, la forma en que su mandíbula angulosa se acentuaba con su barba bien cuidada. Sería tan agradable recorrer con su dedo la línea desde su oreja hasta su barbilla, besarlo de nuevo y ver si quería explorar sus asuntos pendientes.
Pero ¿y si solo hubiera usado a Alejandro como excusa, una