Y de repente, ya no importaba dónde estuvieran. Lo cansada que estaba. Todas las demás cosas que se había estado diciendo todo este tiempo. Tyler estaba sentado frente a ella, y de repente el dulce aire marino entre ellos se tensó. Y su mirada cambió, su verde se tiñó de un brillo que no podía comprender. Pero lo sintió. Y se sintió desnuda, de repente.
Porque la verdadera razón por la que había venido allí estaba tan clara para ella, entonces. Todo el alboroto y el ruido que armó a su alrededor, diciéndose una y otra mentira mientras subía al avión, todas las horas que voló, y luego también cuando fue a buscarlo. Diciéndose que estaba a salvo, que quería su consejo y que quería hablar. Tantas mentiras, y todas se reducían a esto. Aquí. Ahora.
Esa mirada en sus ojos como si ella no fuera la única imaginando cosas que no debería.
Lexi no quería su consejo.
Quería que él se lo mostrara.
Y él estaba sentado tan quieto, tan concentrado, que tuvo la clara impresión de que lo sabía. El cor