Era confuso. Además, no quería creer que el hombre que una vez había rechazado tener sexo por respeto a una amistad pudiera hacer algo menos que lo correcto. Quizás se estaba acercando peligrosamente al borde de un abismo, pero quería creer que Javier la rescataría si se ponía en verdadero peligro. Tenía que hacerlo. No quería decepcionarlo.
—No quiero abrumarte con los detalles de lo que pasó entre Alejandro y yo —dijo, rompiendo el silencio—. Estamos pasando una noche increíble. No me atrevo a estropearla.
Se incorporó apoyándose en el codo y lo miró a la cara. Era tan guapo que a veces resultaba abrumador, sobre todo en ese momento, cuando le había dejado entrever la profundidad de su ser. ¿Llegaría alguna vez a conocerla por completo? Si pudiera vivir en ese instante por toda la eternidad, lo único que desearía sería sumergirse en él, hundirse hasta el fondo y no volver a salir a la superficie. Había tanto que aprender; lo ansiaba.
Pero ¿era lo correcto? ¿Lanzarse de cabeza, sabie