CAPÍTULO 28. Solo con un beso

La mirada de Victoria subió por el cuerpo de Franco hasta la herida, y apretó los labios, porque no sabía exactamente lo que le provocaba. No había vuelto a acostarse con ningún hombre después de estar con él, y durante mucho tiempo había jurado que no le quedarían ganas de volver a hacerlo… pero verlo allí, con aquella tensión latente bajo la piel…

Por suerte él tenía los ojos cerrados con una mueca de incomodidad, y estaba demasiado cansado o demasiado aturdido como para darse cuenta de lo que pasaba por la cabeza de la muchacha.

Ella alcanzó la venda y la quitó despacio, tratando de tocarlo lo menos posible, pero apenas lo tocó lo sintió contener la respiración.

—¿Te duele? —preguntó, aunque sabía que casi ni le había hecho nada.

—Emmm… sí —mintió él, porque las sensaciones que le provocaban las manos de Victoria eran de esas que no se podían revelar.

—Solo va a ser un segundo —murmuró ella quitando la sangre y limpiando con un poco de alcohol. Franco gruñó involuntariamente y ella
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