El tocarme disipaba de gran manera la sensación de intrusión. Cerré los ojos tratando de concentrarme en las sensaciones placenteras que causaba mi toque. Él solo se dedicaba a observar mis acciones mientras su miembro iba perforando cada vez más profundo. La sensación de estiramiento de mi interior era significativa y estaba dejándome sin aire, incluso con la ayuda del estímulo a mi clítoris. Me mordí la lengua porque lo que menos quería era gritar que se detuviera. Yo misma había dado paso a esta situación y sería humillarme si me echaba hacia atrás. Aunque en mi defensa, jamás hubiera imaginado tal tamaño que me acosaría.
_Mierda, dime qué ya entraste completo. -dije con lágrimas en los ojos.
_no.
Empecé a arrepentirme para mis adentros no haber escuchado el consejo del viejo. Una semana como sirvienta ya no sonaba tan mal. De repente un corrientazo me caló por todo mi ser.
_¡Aaaahhh! - no pude contener mi grito.
_ está dentro -El jefe idiota se acercó a mi oído y me susurro con m