CAPÍTULO VI. LA CITA
Llegó el amanecer y con él, el día tan esperado por ellas, el día en que saldrían con Enrique a pasar un día diferente a la Capital.
Se levanta Marlene, comienza hacer el desayuno para todas y mientras tanto llama a sus niñas para que se vayan levantando y se alisten mientras ella prepara todo, dando chané de que llegue Enrique en búsqueda de ellas.
Es así como al cabo dé un par de horas a eso de las ocho de la mañana, ya debidamente vestidas y desayunados se encuentran a la espera solo de que vengan por ellas, y en eso escuchen que tocan la puerta, no podían aguantar la alegría, sobre todo la pequeña Estefanía que por estar tan pequeña, solo pensaba en jugar y divertirse.
Marlene se aproxima a la puerta y la abre, diciendo:
– hola Enrique, ¿cómo estás? Muy buenos días.
– Muy buenos días, Marlene. Es un gusto verte de nuevo. ¿Cómo estás?
– excelente, ya estamos listas.
– ¡genial! Entonces vamos, no hay tiempo que perder, nos espera un día maravilloso.
–vamos niñas. Dic