PARTE II. CAPÍTULO 31
Salieron del registro civil y Marisa sintió que al fin respiró, entonces miró el acta de nacimiento de su hijo: Saúl Méndez Carson, con su nombre y firma en los espacios que le correspondían a la madre, y sonrió demasiado emocionada.
El proceso había sido simple, pero en su cabeza siempre había sido algo complicado y hasta un poco riesgoso, pero ya había finalizado, así que todo estaría bien; además, con suerte para ella, Saúl había nacido primero, minutos antes que Axel, pero, estrictamente hablando, un día antes que él, así que esa pequeña diferencia haría que se diferenciaran un poco más.
—¿Listo? —preguntó Meredith una vez que vio a su hermana llegar a su departamento, y la mayor asintió.
Ella había decidido seguir viviendo juntas en lo que los niños crecían un poco más y Meredith se sentía un poco mejor, porque, además del cansancio del parto, la joven pediatra era hormonal y emocionalmente un desastre.
Meredith pensó que estaba bien irse despegando poco a poco, y Marisa le dijo