— Lo siento, me quedé dormida — se excusó Milenka al llegar a la casa de Ramona.
— Creí que ya no vendrías. Imagine que estarías cansada por el trabajo de ayer — Ramona la saludo con un abrazo y un beso en la mejilla.
— Sí, fue una noche ajetreada — el recuerdo del rostro de Itzam entre sus piernas devorando su intimidad provocaron un ligero enrojecimiento en sus mejillas, agradeció que Ramona no la estaba mirando.
Su amiga era demasiado intuitiva y más, cuando se trataba de temas sexuales, la habría descubierto enseguida. Según Ramona, el sexo delata.
— Milen, querida, ha venido alguien que tiene muchas ganas de verte, espero no te moleste — le explicó Ramona un poco nerviosa.
— ¿Verme?, ¿quién? — Ramona no tuvo tiempo de responder las preguntas de Milenka, cuando Luciana, la madre de Itzam entró a la estancia donde se encontraban.
— Luciana — susurró la joven sorprendida. La madre de Itzam era una mujer muy dulce y amable. Durante su relación con Itzam ambas se llevaron muy bien y