—¿Estás segura de que quieres irte? — preguntó con preocupación Zaira a su sobrina —. ¿Qué pasará con tu escuela, tus amigos, el restaurante…? Itzam? —Pronunció aquel nombre con cautela.
— Serán solo un par de meses, Necesito alejarme de este lugar, lo sabes — respondió con seriedad.
— No me opongo a que nos vayamos; pero si a que lo hagas sin resolver tus pendientes, Milenka. No encontrarás paz en ningún sitio, si no lo haces.
— No hablaré con él — dijo de forma tajante.
— ¿A qué le tienes miedo? — Zaira atisbo el termo en los ojos de su sobrina.
Milenka la miró con sorpresa. Al parecer su tía resulto ser muy perceptiva o ella demasiado obvia.
¿Qué a qué le temía? A ese poder que Itzam ejercía en ella, al no poder odiarlo después, todo lo que le había hecho y seguir amándolo con cada respiración y latido de su corazón.
— Debes ser valiente, una vez más, y enfrentar esos temores que te atormentan. Libera tu corazón, mi niña y encontrarás la libertad donde sea que vayas — le dijo con d