—Renata, por favor… —su voz sonaba entre nerviosa y suplicante.
—Esto no es apropiado. No puedes llegar aquí como perro por tu casa. Esto es mi espacio personal. Tu y yo ya hablamos. No tenemos nada.
Renata ignora por completo su incomodidad.
—Aziel, mi amor, volví para recuperar lo nuestro. ¡Te extraño tanto! ¡Tu madre me dijo que estabas mal pero no sabía qué tanto! Mira que traer a esta isleña de tan lejos y a...eso de allí —señala a Carla con su mascarilla puesta.
—¿Lo nuestro? —interrumpe Naiara con una voz tan filosa que hasta Carla se estremece. —¡Disculpa, pero creo que te equivocaste de dirección y de novio!
Renata gira el rostro hacia ella, posando su mirada en ella.
—¿Y tú isleña crees que Aziel te ama? Él me ama solo a mi. Haci que regresa por dónde llegaste.
Naiara sonríe sin humor.
—Soy la novia, amante, mujer y amiga de Aziel… si es que alguna vez se le ocurre casarse seré la esposa. ¿lo dudas?
Aziel siente un escalofrío recorrerle la espalda. Naiara habla con tal sarca