C125- LA SUBASTA (III)
El búnker se volvió un caos de muerte, un hombre corpulento, que momentos antes pujaba con entusiasmo, ahora gritaba de agonía mientras un lobo marrón le arrancaba el brazo de un zarpazo. La sangre salpicó el rostro de su vecino, que comenzó a vomitar mientras tropezaba hacia atrás, directo hacia las fauces de otra bestia.
—¡Dios mío! ¡Alguien llame a la seguridad! —chilló una mujer, antes de que su grito se convirtiera en un burbujeo ahogado y sus tripas rosadas y brillantes se enredaran en las patas de los lobos, pintando el suelo de escarlata.
Y en medio de la masacre, cada uno se movió con un objetivo.
Tobias, ágil como una sombra, esquivó un zarpazo de un lobo negro seguidor de Keeva que lo embestía ciegamente, a él no le interesaba luchar, su mirada escudriñaba a los humanos, buscando una específica, una con una marca en la oreja, la que podría llevarle hasta el empresario de los laboratorios.
Gideon por su parte se abrió paso a codazos, ignorando el terr