La nana Gliz habló con Mónic y le explicó la razón por la que Logan había entrado de esa manera.
—No lo justifiques, debió tocar la puerta —le decía mientras la ayudaba con el vestido enrollado, regresándolo a su lugar para poder bajar a comer.
—No lo justifico, pero anda así porque ya quiere comerse el postre —le dijo, haciendo alusión a las galletas. Ella no lo entendió a la perfección, sino que su mente voló por otro lado, pensando en qué clase de postre querría comerse.
—Pues no es suficiente razón —ya estaba colocándose los zapatos.
—Bueno, bueno, ya dejemos ese tema. Mejor vamos a comer. Te preparamos una rica sopa y algo de verduras para que tomes energías —le decía, tomándola de la mano y llevándola a la cocina.
—¿Te preparamos? —preguntó, levantando esa ceja loca que tenía.
—Él me ayudó —le dijo con algo de presunción.
“Después de todo, no es tan inútil el idiota”, pensó ella.
Llegaron a la cocina. Logan estaba sirviendo los platos. A Mónic le pareció lindo, y parecía un buen