Lo hizo con toda la intención de molestar a Logan, y vaya que lo había logrado.
La sorpresa de ver aquello, sumada a ver que Mónic lo había permitido, lo tenía al borde de la explosión.
Debía contenerse. “¿Con qué derecho le reclamaría algo? ¿Qué podría decirle sobre eso? Nada. Nada era la respuesta,” pensaba.
Los ojos furiosos de Mónic miraban directamente a Caleb. “¿Cómo se atrevía?” pensaba.
El carraspeo de Logan la regresó a la realidad; en su mente, estaba estrangulando a Caleb con sus propias manos.
—Me voy, los veo mañana. —Se puso de pie, acomodó su chamarra y avanzó hacia la puerta.
Salió a toda prisa, dejando atrás a una verdadera leona enjaulada frente a su presa, aunque él no lo sabía.
—No quiero que vuelvas a hacer eso. —Le dijo con la mandíbula apretada a Caleb.
—¿Te refieres a... besarte? ¿Por qué no? Creí que estábamos comenzando algo. —Se defendió de inmediato.
—¿Cómo pudiste hacerlo frente a Logan? —Le reclamaba.
—No veo el problema. Es adulto. Además, eres su jefa.