Vera miró salir del elevador a Logan y recordó lo que le había encargado su jefa.
—¡Señor Stewart! —le dijo la muchacha.
—Llámame Logan, no es necesario tanto protocolo —le sonrió, y ella le devolvió el gesto.
—Está bien. Bueno, es solo que la señorita Mónic me dio instrucciones de que te diera las llaves de su camioneta.
Logan tomó las llaves y las miró con un gesto de incomprensión.
—¿A mí? —terminó por preguntar.
—Sí, dijo que al final no traías vehículo, así que me dijo que te llevaras el suyo.
Logan terminó por comprender, pero lo que ella no sabía era que ya tenía un coche.
Igual no le importaba; tenía el pretexto perfecto para ir más tarde a verla.
—Muy bien, Vera, muchas gracias, me lo llevo.
Salió hasta el estacionamiento y se montó en la camioneta de Mónic.
Primero fue a su casa, se dio un baño y se puso ropa cómoda. Extrañaba eso, la semana anterior solo había usado trajes y pijama, ya que su estadía era meramente de negocios.
Ahora estaba más relajado con unos vaqueros, ca