--- 4 meses después ---
Era la 1:00 am cuando el móvil de Theo sonó, la voz de Heinrich, lleno de orgullo, se pudo escuchar del otro lado de la línea.
- ¡Nació, Theo! ¡Ya nació y es la bebé más hermosa que puede haber!
- ¿Heinrich? ¿Cómo? ¿A qué te refieres? -dijo Theo aun adormilado.
- ¡Mi hija, tonto! ¡Mi hija! ¡Acaba de nacer! ¡Dayana y Sienna! ¡Están aquí, conmigo y están bien! -dijo el hombre lleno de orgullo y lágrimas en los ojos.
- ¡Heinrich Meisel! ¿En qué momento pensabas decirme que ibas a ser padre? -se escuchó la voz de Florence.
- ¿Florence? -dijo Theo al escuchar la voz de aquella dulce mujer.
- ¡Sí! ¡Hola, Theo! -dijo Florence de un modo tan normal y casual, que redujo la distancia que existía entre ellos.
- ¡Florence! ¿Acaso solo piensas regañarme y no felicitarme? -dijo Heinrich con tono gruñón.
- ¡Eres un tonto, Heinrich! ¡Pero, felicidades! ¡Pensé que nunca escucharía que alguno de ustedes seria padre! Y miren, el que menos me hubiera imaginado, se ha convertido en