Anya aún en contra de su voluntad salió de aquella habitación, Grace no le quitaba la mirada de encima, sabía que cualquier error, le podía costar muy caro y eso había quedado claro hace unos minutos cuando vio como el hombre que la contrató, pateo la puerta donde estaba su propia hija.
- Señor… La señorita Liliana está en el comedor. -dijo Grace por teléfono a Luis Cedeño.
- ¡Por fin! ¡Ya era hora! ¡Espero que no se repita la escena de hace un momento!
- Señor… Yo… -intentó decir la mujer, pero el hombre terminó la llamada.
Luis Cedeño llegó al comedor y vio la delgada silueta de quien se suponía era Liliana Cedeño. No podía negar que, de momentos, pudiera parecer que no lo era, pero sus ojos la delataban.
Ella era la Liliana que había crecido a su lado por 24 años, así que no se podía equivocar, lo que se veía en los ojos no lo podían quitar ni con varias cirugías.
- Liliana, ¡Qué bueno que hayas decidido acompañarme a desayunar! -dijo el hombre en total tranquilidad.
- ¡Ya le