Tras 4 horas de vuelo, el avión privado donde Heinrich y Dayana viajaban por fin llegaba a su destino.
El hombre, respetando la decisión de la joven madre, simplemente le proporcionó transporte y dejó que fuera al encuentro con su hijo, mientras él hacía los arreglos pertinentes para su estancia ahí.
No habían pasado ni 15 minutos desde que él había llegado, cuando el móvil sonó y él respondió al ver el contacto.
- ¡Señor Meisel! Tengo a varios agentes de inmigración en el estudio, dicen que no tenemos permiso para estar en el país, al parecer recibieron la orden de sacarnos de aquí y nos están dando 1 hora para abandonarlo. -dijo James con la voz cargada de preocupación.
Heinrich se llevó la mano al puente de la nariz, se quedó callado por unos momentos, pues no necesitaba ser muy inteligente para darse cuenta de que esto tenía nombre y apellido.
Él esperaba que Thiago fuese un hombre inteligente y supiera cuándo no debía parar, pero, al parecer, el joven Cedeño no conocía los límite