Anya sentía que las manos y los pies ya no respondían ante el frío, ella podía escuchar cómo su estómago rugía, lloraba en total silencio, pues esta no era la vida que ella deseaba.
Ella solo deseaba salir de la familia Cedeño, bailar ballet, conocer el mundo, ver lugares que jamás había visto, quería hacer todo lo que en algún momento le negaban, quería ser libre, ver el mar, sentarse ahí, beber una copa de vino tinto como solía platicarle Dayana.
Aquellos recuerdos de su adolescencia, ahora parecían tan lejanos, tan impropios. Ella ya no era la misma, si su vida seguía así, el doctor Steven tenía razón.
Si su vida seguía dependiendo de alguien, si su vida giraba en torno a alguien, ¿Qué cambio había sido ese?
Cuando estaba por graduarse de la preparatoria, ella quería venir a Nueva York, estudiar en Juilliard y, aprovechando, quería trabajar en un café, ver cómo iban y venían personas que no conocía. Quería caminar por Central Park, quería una vida normal, esta no era una vida no