Giselle
Tres años después
—¡Sí, sí, sí! —gimo extasiada sintiendo sus embestidas tornarse cada vez más frenéticas.
Mi canal se contraía debido a que el calor se iba acumulando cada vez más en mi vientre. El sudor me corría por las sienes y mis tetas rebotaban a la par de sus estocadas. La piel se me fue erizando y de un momento a otro con los músculos contrayéndoseme, me corro.
Él sigue unos instantes más hasta que oyendo maldiciones, se corre dentro de mí. Me dejo caer en la cama viéndolo completamente desnudo acostarse a mi lado.
Mis dedos perfilan su rostro mientras le miro embelesada.
—He venido a darte una buena noticia —dice y sonrío con picardía.
—Pensé que venías a follarme como todos los días —inquiero con la voz fina.
Sus manos van a mis tetas y las comienza a magrear.
—Sí, pero hoy acabo de recibir la noticia. Así que vine a coger y a contarte —sigue hablando y encaro una ceja a la expectativa—. Estás de alta —confirma y mi corazón comienza a latir.
Me quedo en