Rosalía llamó a Estrella a su estudio.
Estrella acababa de despertarse y estaba un poco aturdida. Se frotó los ojos y le preguntó: —Abuela, me llamaste, ¿qué sucede?
Rosalía levantó la mirada y la miró fijamente.
Estrella se sintió bastante incómoda bajo su penetrante mirada y preguntó: —Abuela, ¿hay algo de lo que quieras hablar?
Después de un breve silencio, Rosalía preguntó lentamente: —Estrella, ¿verdad que fuiste tú quien me ayudó anoche durante el incidente?
Estrella fingió no entender y respondió: —Abuela, ¿de qué me estás hablando? No te entiendo.
A pesar de mantener una expresión tranquila, su corazón dio un vuelco, y se dio cuenta de que Rosalía no era una persona fácil de engañar.
En medio del caos de esa situación, Rosalía había logrado sospechar la verdad, lo que le parecía algo inverosímil.
Estrella había pasado por muchas cosas y no debía subestimarla.
Se dio cuenta de que en el futuro debía ser más cautelosa y no tomar riesgos tan grandes y apresurados.
—¿En