A la hora de la cena, Estrella se encargó personalmente de la cocina y preparó muchos platos.
Cuando los cocineros vieron esto, quisieron ayudar, pero Estrella los echó.
Cuando cocinaba, a Estrella le gustaba manejar los ingredientes ella misma, porque solo ella sabe el aspecto y las proporciones precisas.
Lo que hacen los demás no podía lograr el efecto deseado.
El mayordomo, al ver a Estrella ocupada sola, se ofreció voluntario para ayudar: —Señora, permítame ayudarla con los acompañamientos.
Estrella tenía muchos platos colocados a su lado, sin saber cuándo podría terminar de procesarlos.
Al escuchar la voz del mayordomo, Estrella vaciló por un momento, pero después de un rato, asintió con la cabeza: —Está bien, solo ayúdame a lavar los vegetales.
Manejó hábilmente los trozos de pescado y cortó rapidamente todos los ingredientes.
Mientras procesaba los alimentos, el mayordomo, mirando estos platos tan abundantes, preguntó curioso: —Señora, ¿hoy es un día especial para usted