CAPÍTULO 31. DESEOS DESENFRENADOS

Cuando posó sus labios en mi boca, una sensación de intenso calor me recorrió, sentí como si pequeñas hormigas caminaran por mi cuerpo, el corazón comenzó a bombearme con fuerza, por segundos quise empujarlo, pero las emociones fueron tan abrumadoras y fascinantes que cerré los ojos, dejándome llevar por esas sensaciones. Él me tomó por la nuca acentuando el beso, mis pezones se irguieron debajo del brasier y mi vagina comenzó a palpitar.

Tenía más de dos años sin sentirme de esa manera, esa penetrante excitación, obnubilando todos mis sentidos, solo en el pasado sentí algo similar cuando empecé a enamorarme de Enrico y los tres meses antes de saber del embarazo de mi hija mayor, cuando pensé era el príncipe encantado de los cuentos infantiles, el hombre de mi vida.  El recordar esa situación me hizo darme cuenta

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