Llegué a Nápoles un día antes, le pedí a mi chofer que en vez de llevarme a la empresa lo hiciera al apartamento de Tabata, estaba muy intranquilo, enseguida comencé a marcarle, no me respondía, marqué los números de Adriano y Flavio, los cuales Genaro había dejado en la planta baja, cuando venía de camino a buscarme y tampoco atendían sus móviles.
—Genaro, por favor acelera y vamos donde Tabata, yo me encargo de pagar las multas —. No podía soportar mi inquietud, tenía una angustia y sobre todo un mal presentimiento.
Cuando llegamos al edificio, ni siquiera esperé a que el auto se detuviera y literalmente me lancé. Corrí a la entrada, los de seguridad me abrieron la puerta de inmediato. Esperé el ascensor por unos segundos, como no llegaba, decidí subir por las escaleras, lo bueno, no eran mucho lo