Paulina
El camino de regreso a la casa fue una completa tortura.
El corazón me latía tan fuerte que apenas podía escuchar otra cosa que no fuera ese golpeteo desbocado en mi pecho.
Había amanecido hacía un rato, y yo no había dormido. Pero ya nada importaba. Ni eso ni que, seguramente, Pierre me pondría seguridad extra a partir de hoy.
También aprendí a jugar su juego... gracias a lo que Sofía me enseñó. Le dejé un pequeño regalo en la biblioteca, y oculté micrófonos en zonas que jamás imaginaría. Lugares sagrados para él, intocables. Irónicamente, ahora serán testigos de su propia caída.
Necesitaba pruebas para limpiar la mierda que me lanzó el hijo de puta. Pero ahora solo necesitaba volver. Solo quería verlos. A mis pequeños. A mis hijos.
Había tomado un desvío largo para asegurarme de que no me estaban siguiendo. Había cambiado dos veces de auto para despistar a quien fuera que venía detrás de mí.
Desde que salí de la oficina de Pierre, me sentía perseguida, como si los docum