Se miraron fijamente. Un silencio cargado cayó entre los dos.
—Tú crees que… ¿fue alguien cercano a Demetrio? —susurra ella.
—No lo creo. Lo sé —responde Austin, mientras levantaba al niño en brazos, protegiéndolo—. Y te juro que voy a encontrar a quien fue. Porque nadie vuelve a tocar a Cassius sin morir en el intento.
Y con eso, se perdieron en la noche, mientras la fábrica humeante quedaba atrás, como un vestigio de la violencia que acababan de sobrevivir.
Por otro lado, el hospital privado se alzaba como un faro de tranquilidad en medio del caos. Bianca entró tambaleante, con el brazo herido. Su rostro dolido refleja el dolor de la herida de bala.
Había dinero de sobra. Ya no tiene que pagar lo prometido a los demas. Habían eliminado a todos. Nadie más tenía que recibir pagos ni silencios comprados. Solo quedaba una cuenta pendiente: ese maldito sujeto que estaba con Celine.
No sabía quién era, pero lo averiguaría. Lo encontraría. Y se las pagaría todas.
Mientras, a varios kilómet