JULIA RODRÍGUEZ
Mi cuerpo se tensó, era como si algo estuviera mal y ese presentimiento fuera lo suficientemente fuerte para hacerme abrir los ojos. Cuando me di cuenta estaba sobre la cama de la habitación, con las cortinas entreabiertas dejándome ver la luna alumbrándome. Giré hacia el otro lado, queriendo buscar a Matt, pero no estaba, entonces recordé lo que había pasado por la tarde, como lo había visto en la televisión y de nuevo sentí ese dolor punzante carcomiéndome el pecho.
Me quedé sentada en el borde, intentando modular mi respiración, queriendo calmarme, sabía que Matt estaba en casa y tenía que enfrentarlo, pero no me sentía lo suficientemente fuerte.
Arrastré los pies fuera de la habitación, con el corazón latiéndome en la garganta y el estómago encogido. Me sorprendió notar que no había nadie, la mansión estaba en penumbras y no se veía a ningún sirviente cerca.
Me acerqué a las escaleras y por un momento esperé que de pronto Matt apareciera para tomarme en brazos y